El sufrimiento que Claudina experimentó, lejos de cerrarla en sí misma y de hundirla en el sinsentido, la abrió a una experiencia nueva de Dios que la llevó a entenderlo de otra manera, lo cual es posible pensar que requiera de un largo período de tiempo de asimilación y de sanación. Poco a poco y, muy probablemente, no sin librar fuertes luchas internas, Claudina fue descubriendo al Dios que se le revela, en el encuentro entre su experiencia y su realidad, como un Dios de bondad y perdón.
De hecho estas fueron las características principales del Dios en quien ella creyó y del que dio testimonio a lo largo de su vida.
Aquí se da la experiencia fundante como un acontecimiento que abre un proceso de relación. Lo que Claudina llegará a saber de Dios sólo será consecuencia de la íntima relación que establecerá con Él y que inicia a partir de esta experiencia.
¿Qué es la “experiencia fundante”?
Lo que llamamos experiencia fundante es una decisiva experiencia de Dios que orienta la existencia posterior en dirección de lo único y del Único, es un doble movimiento: don del Espíritu de llamado y orientación, por un lado, y de caminar buscando el Reino de Dios, por el otro. Esta experiencia de Dios se inscribe dentro de lo que se denomina experiencia religiosa en general, la cual pertenece a la condición humana, pues el ser humano posee la capacidad de apertura a la trascendencia.
La experiencia fundante se refiere a aquellos momentos determinados en que hemos sentido en nuestra propia existencia la presencia de Dios. Esta experiencia abre al ser humano a la percepción de sus contradicciones existenciales, de sus límites y, como resultado, la persona toma conciencia de su incapacidad de alcanzar, por sus propios medios, aquello que quiere ser, pues se da cuenta de que el ser de cada hombre y mujer sobrepasa infinitamente a la mujer y al hombre concretos, es decir, que hay un abismo entre las aspiraciones humanas y sus posibilidades reales. Quien advierte en su propia existencia este dinamismo interno que se estructura entre deseo y carencia, termina remitiéndose a Dios.
La experiencia fundante se refiere a aquellos momentos determinados en que hemos sentido en nuestra propia existencia la presencia de Dios. Esta experiencia abre al ser humano a la percepción de sus contradicciones existenciales, de sus límites y, como resultado, la persona toma conciencia de su incapacidad de alcanzar, por sus propios medios, aquello que quiere ser, pues se da cuenta de que el ser de cada hombre y mujer sobrepasa infinitamente a la mujer y al hombre concretos, es decir, que hay un abismo entre las aspiraciones humanas y sus posibilidades reales. Quien advierte en su propia existencia este dinamismo interno que se estructura entre deseo y carencia, termina remitiéndose a Dios.
Lizbeth Vega Pasos rjm
Un acercamiento al carisma de Jesús María
Un acercamiento al carisma de Jesús María
1 comentario:
Hola!!!!!
El querer servir a Dios, debe ser algo que nace en lo más profundo de nuestro ser, ¿como nos pòdemos dar cuenta????
Gracias por difundir la historia de una persona que fué muy poco común.....
Un abrazo de oso.
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